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17 de mayo de 2021

Casi 300 personas de la región han sufrido un ataque cerebrovascular durante el primer trimestre de 2021

Identificar los factores de riesgo cardiovascular como tabaquismo, hipertensión arterial, o diabetes, a través del Programa gratuito de Salud Cardiovascular, contribuye a reducir las posibilidades de sufrir un ACV.

La llegada del virus a nuestro país modificó de forma drástica muchas de nuestras rutinas diarias, como la alimentación, trabajo y cuidados en el hogar. Pero hay un aspecto delicado que también ha quedado rezagado: la asistencia a controles médicos crónicos y pesquisa de nuevas enfermedades.

Por temor a los contagios, muchas personas han optado por postergar sus visitas al médico y a exámenes de rutina, dejando que patologías crónicas que hasta ese momento se habían mantenido sin complicación, se agudicen con el paso de tiempo e incluso desencadenen en problemas de mayor gravedad.

Ataque Cerebrovascular: enemigo silencioso

Un ataque cerebrovascular (ACV) ocurre cuando una arteria del cerebro se tapa y sin previo aviso deja de recibir sangre, produciéndose un infarto en esta zona (conocido como trombosis), o bien la arteria se rompe y sangra (lo que se llama derrame), generando graves consecuencias en el organismo. El doctor Fernando Molt, neurólogo y parte del equipo de Red de Ataque Cerebrovascular del Servicio de Salud Coquimbo, explica que lo más complejo de esta enfermedad es que es silenciosa, pues aunque sus síntomas pueden aparecer de forma repentina, las causas generalmente están presente muchos años antes, por eso es importante conocer los factores de riesgo.

“Entre los más potentes se encuentran las enfermedades crónicas no transmisibles, como la diabetes, hipertensión arterial, colesterol alto, sedentarismo, obesidad, síndrome apneas del sueño y también algunas enfermedades autoinmunes. Cuando estas patologías crónicas, que son las que aquejan a la mayoría de la población, no están controladas, predisponen a un accidente cerebrovascular. Por eso hay que estar atentos y asistir regularmente a los controles médicos para actuar antes y evitar que se produzca un ACV”, explica.

Sé parte del Programa de Salud Cardiovascular

El ACV es la primera causa de muerte en Chile y la Región de Coquimbo no está ajena estas estadísticas. Desde el 1 de enero hasta la quincena de abril, 295 personas ingresaron a algún hospital de la región por causa de un ataque cerebrovascular, cifra que preocupa y por la cual el llamado es a la prevención.

Para llegar a tiempo, el Ministerio de Salud implementó desde el año 2002 el Programa de Salud Cardiovascular, que busca contribuir a reducir las enfermedades cardio y cerebro vasculares, y las muertes asociadas a su causa, a través de la detección oportuna de factores de riesgo. Este programa está disponible de forma gratuita para toda persona mayor de 15 años y beneficiaria de FONASA, que presente factores de riesgo cardiovascular, como tabaquismo, hipertensión arterial, diabetes, entre otros, así lo explica el doctor Andrés Cifuentes, Referente Regional del Programa Cardiovascular del Servicio de Salud Coquimbo.

“El objetivo es que quienes tengan riesgo cardiovascular se mantengan con sus controles y tratamientos al día. Para ello, pueden acceder de forma gratuita a un examen de medicina preventiva (EMP) en el CESFAM donde se encuentran inscritos, que permite un diagnóstico oportuno. Además, gracias al apoyo de un médico, enfermera, nutricionista, asistente social, psicólogo y kinesiólogo o profesor de educación física, el programa busca fortalecer el control de los factores de riesgo y el seguimiento de aquellas personas que han tenido un evento de ACV, además de incorporar a la familia como factor protector y potenciador del cambio de conductas en el abordaje de los riesgos”, destaca el especialista.

¿Cómo reconocer un Ataque Cerebrovascular?

Existen dos tipos de ataque cerebrovasculares: los que ocurren cuando los vasos sanguíneos se tapan y los que se ocasionan cuando éstos se rompen. En el primer caso se habla de un infarto isquémico, que es lo que predomina en aproximadamente un 80%; el otro 20% son hemorrágicos o derrames intracerebrales, pero ambos son parte de la misma clasificación.

Ante la presencia de un ataque cerebrovascular, lo más importante es el tiempo de reacción, ya que mientras más tiempo el cerebro no reciba sangre, más grave será el daño cerebral. Por eso, lo primordial es saber identificar los síntomas más comunes, que se miden de acuerdo a la escala de Cincinnati:

  • Simetría facial: Pida a la persona que sonría y observe si ésta es normal o se le cae la mita de la cara en forma aguda.
  • Dificultad para levantar los brazos: Pida que levante ambos brazos y observe si uno queda más elevado que el otro o no es capaz de levantar alguno.
  • Evaluación del lenguaje: Pida que repita una oración. Si no puede hablar, arrastra las palabras o las utiliza de forma incorrecta, podría estar ante la presencia de un ACV.

Aunque existen otros síntomas, si la persona presenta alguno de estos, es importante actuar de forma rápida para evitar posibles daños a la salud. “Si el tamaño del infarto es pequeño, menor serán las secuelas, por lo que, si se actúa de forma rápida, se pueden presentar menos síntomas. En cuanto a las secuelas, éstas van a depender de varios factores, como el tipo de vaso o arteria que se haya tapado, el tipo de infarto que se produzca y la zona del cerebro que afecte, por lo que podría involucrar exclusivamente áreas del lenguaje, movilidad o capacidad de hablar. Sin embargo, en casos más graves, también podrían generarse problemas para poder estar despiertos o respirar”, advierte el doctor Fernando Molt.