Menú Principal
1 de diciembre de 2025

Entre el estigma y la esperanza: así se vive con VIH hoy

En el Hospital de Coquimbo se atienden más de 1.500 pacientes, a quienes se les entrega una atención integral, además de la educación a las familias y cercanos. Esta estrategia ha permitido derribar los prejuicios y fortalecer la adherencia al tratamiento.

A las 08:30 de la mañana comienzan a llegar los primeros pacientes al Centro de Atención Integral para el VIH/SIDA del Hospital de Coquimbo, usuarios que no sólo van en busca de una atención médica o entrega de medicamentos, sino también de asesoría y escucha. Es que el policlínico se ha convertido en un espacio de confianza, acogida y apoyo, donde las personas se sienten seguras y tranquilas para expresar abiertamente sus inquietudes sin ser juzgadas.

Hoy, vivir con VIH no es lo mismo que hace 20 o 30 años. Los avances médicos han transformado el virus en una condición crónica manejable. Sin embargo, el estigma social permanece como uno de los mayores obstáculos para la prevención, el diagnóstico temprano y la calidad de vida.

Luis vive con el virus hace más de 25 años y ha sido testigo del pensamiento crítico y negativo de algunos. “Me alejé de este tipo de gente y evité contaminarme con personas de esa mentalidad. Uno decide si es víctima o aprende a cuidarse. Conozco gente que decidió morir y volverse víctima del VIH; muchos saben que están con el virus, pero no asumen y no buscan apoyo”.

Luego de la muerte de su pareja, decidió cambiar de ciudad y comenzar una nueva etapa enfocada en su tratamiento. “Lo acompañé hasta el final de su vida. Él decidió no tratarse, pero yo decidí no llegar a esos extremos y opté por cuidarme. Desde que me dijeron que tenía VIH, me eduqué, aprendí a alimentarme y a realizar algunos ejercicios. Soy muy sistemático con mis medicamentos, por lo que el tratamiento es un éxito. Yo decidí vivir”, señaló.

Esta misma fuerza tuvo Anita, quien durante un chequeo médico en su embarazo descubrió que tenía el virus. “Cuando los exámenes me salieron alterados, de inmediato supe que tenía VIH. No había tiempo para pensar, sino más bien para actuar. Comencé el tratamiento a las 20 semanas de embarazo”.

El asumir de inmediato su condición le ha permitido llevar una vida completamente normal; solo toma un medicamento en la noche. Situación que no se repitió con su pareja. “Me hice la promesa de que, si cuando naciera mi hijo él no accedía a un tratamiento, terminaría mi relación. Bueno, él falleció porque nunca quiso asumir, nunca se quiso tratar. Siempre he dicho que mi hijo vino con una misión; si no fuese por él, quizás hubiese llegado a la etapa SIDA”.

Anita reconoce que el único problema del VIH es el estigma, “pero nada más que eso, porque a mí no me ha traído ninguna complicación”. También comenta que ha funcionado como un filtro: “Cuando algunos se enteraron de mi condición, reaccionaron muy mal y se alejaron, mientras otros se acercaron”.

Aunque la medicina ha avanzado, el prejuicio de la gente no siempre lo ha hecho. Muchas personas enfrentan discriminación o comentarios dañinos en el trabajo, en la familia o incluso en recintos asistenciales.

“Hay ciertas condiciones de salud que generan una especie de ‘morbosidad’ entre las personas, y lamentablemente el VIH es una de ellas. Algunos pacientes han sido testigos de cómo se filtra el diagnóstico de otras personas y evidencian los comentarios de pasillo, juicios de valor o rumores en torno a esa situación, algo que no es frecuente con un diagnóstico de diabetes o hipertensión arterial”, señala María José Vergara, enfermera encargada del policlínico de VIH.

La profesional reconoce que el estigma es uno de los aspectos más complejos de abordar, ya que tendría un componente social y cultural; de ahí la importancia de educar a la comunidad. “No sólo apoyamos a nuestros pacientes, sino que también ofrecemos educación a familias y cercanos, en caso de que la persona lo desee”.

Adherencia al tratamiento

El apoyo familiar o de amigos es importante para que el paciente se sienta acompañado y tenga las fuerzas de seguir adelante con su tratamiento. El hospital compatibiliza las horas médicas de acuerdo con la disponibilidad de tiempo de los pacientes, de tal manera que su vida diaria en el trabajo, la universidad o el cuidado de sus hijos o familiares no se vea alterada.

“Frente a dificultades para poder tramitar el retiro de fármacos o asistir a algún control, el equipo procura buscar alternativas en conjunto con los usuarios para solucionar la problemática y evitar suspender su tratamiento”, comenta la enfermera.

Actualmente, en el Hospital de Coquimbo se atienden cerca de 1.500 pacientes, quienes son atendidos por un equipo de especialistas: infectólogos, profesionales de enfermería, matrona, químico farmacéutico, psicóloga, trabajador social, nutricionista, TENS y secretaria. El trabajo de cada uno de ellos ha permitido que solo el 7% de los usuarios deserte de su tratamiento.

El testeo es clave para un diagnóstico temprano; por ello, el hospital ofrece agendamiento online para todo aquel que desee realizarse el examen.